En encella de pleita, la cuajada,
borbotón de blancura efervescente,
se va haciendo cilindro consistente
en ceremonia lenta e impausada.
Del entremiso el suero cae en cascada
en transitorio rito reverente,
alba sangre de víctima, aún caliente,
con fragancia de aprisco y de majada.
En el cenit sublime de su oficio,
sacerdotisa en ara incompartida,
ofrece la manchega el sacrificio
en crátera estriada, de madera,
y del queso la albura reverbera
en sus manos cual hostia bendecida.
Enrique Játiva Moral
Poeta local